La peor madre del mundo nació como un blog, en
un portal que posteriormente se integró en los portales temáticos del periódico
ARA (exactamente en el portal Criatures). Ser
una madre cutre cuesta fue el primer artículo que colgué en el blog. Es una
presentación y una defensa de la imperfección a base de humor que, cuatro años
y medio más tarde, aún mantengo.
El pasado mes de octubre se publicó una
entrevista en la sección La contra de
La Vanguardia con Lenore Skenazy, una
señora que se autoproclamaba “La peor madre de América”. Su pecado consistía en
permitir que su hijo de nueve años fuese al cole en metro, solo. Un policía,
extrañado, paró y preguntó al niño, pero no creyó su versión y llamó a la madre
del pequeño viajero. Cuando Lenore confirmó que, efectivamente, había dejado
que su hijo transitase solo por Nueva York, el policía le insinuó que estaba
exponiendo a su hijo a peligros infinitos. Desde entonces la mujer se ha
convertido en una firme defensora de la crianza de los hijos desde la
confianza, hace un llamamiento para que hagamos más autónomos a nuestros hijos
y todo eso.
O sea… ¡Lenore hacia trampa! Bautizándose como
la peor madre se estaba colgando la medalla a la madre responsable. Y no. El
título es demasiado bonito como para que se lo quede la primera madre estupenda
de turno, de aquellas que alimentan a los niños con berenjenas asadas sin que
los niños vomiten. Que crían niños que leen a Proust con doce años recién
cumplidos. Que compran pantalones blancos a sus criaturas con la firme
convicción que los pantalones continuarán siendo del mismo color un día después
de estrenarlos. O aquellos padres –sí, porqué hablo desde la posición de madre
porqué soy mujer, pero la cosa no va de ser madre sino de tener menores de edad
a cargo (MEC)- que los llevan a exposiciones y sus hijos les hacen preguntas
interesantes sobre los cuadros que ven conjuntamente en feliz harmonía… ¡Ni
hablar!
Ser una madre cutre cuesta y desde aquí
reivindico el título honorífico de LA PEOR MADRE DEL MUNDO para las personas
terrenales, para la gente de carne y hueso a la que le falla el desodorante y
que alimentan a sus retoños a base de rebozados y kétchup, porqué es la manera
más barata de tener vacaciones, ni que sean vacaciones mentales, durante los
diez minutos que dura la cena y en la que, ahora sí, hacen preguntas
interesantes sobre la comida que engullen conjuntamente en feliz harmonía.
Lenore, lo siento pero el título es nuestro.
Nota: La foto que ilustra este post se ha publicado bajo licencia Creative Commons en el Flickr del usuario “Podravka”
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